Me gustaría hablaros de una perspectiva que me ha ayudado mucho en situaciones en las que he terminado en una espiral competitiva ya sea con compañeros de estudio, de trabajo o simplemente amigos con los que hablaba de algún tema.
Todo comenzaba con intentar tener razón y demostrar algo a la otra persona, ¿Para qué? Pues para que mi ego se sintiese seguro, para que sentirme alguien relevante dentro del grupo, para sentir que al valer más tengo más posibilidades de permanecer.
Dicho de esta manera parece algo sencillo de observar y cambiar, sin embargo, para darme cuenta de ello, he necesitado años y no exclusivamente tiempo. También me he apoyado en una técnica que reconozco bastante sencilla, que no sé en que momento llego hasta mi y que utilizo cada vez que me estoy comparando con otra persona.
Cuando me comparo con otras personas, los sentimientos unas veces son positivos, otras negativos, pero en cualquiera de los dos casos son cortoplacistas y sesgados, ya que solo me fijo en lo que me interesa comparar.
Cuando dejo de lado ese pensamiento centrado en otros y me comparo conmigo mismo, ya sea hace 1 día, hace 1 mes o hace 1 año, la sensación en muy distinta. Hasta el día de hoy ha sido una sensación mucho mas positiva, ya que día tras día tengo un propósito de aprender, de experimentar y de crecer, que hace que cada nuevo día sea un avance con respecto al anterior, independientemente de lo que hagan o dejen de hacer los demás.